El protocolo de protección prevé que se emplee "toda la fuerza letal" cuando los piratas desoigan los disparos de intimidación
P. CERRADA Las normas de enfrentamiento entregadas por la empresa responsable de la protección de los atuneros que faenan en el Océano Índico a los equipos de seguridad desplegados en cada barco contemplan que en caso de ataque los agentes, tras efectuar tiros intimidatorios y los piratas no hagan caso, disparen a matar para evitar el abordaje. Según señala el Manual de Protección de Segur Ibérica, al que ha tenido acceso este diario, cuando el barco pirata se encuentre "a unos 600 metros de distancia o en caso de recibir fuego enemigo, se empleará toda la fuerza letal, con contundencia, para evitar el abordaje".
Además de este protocolo, vigilantes consultados por este diario aseguran que en el vuelo que trasladó de El Altet a las Seychelles a 54 vigilantes un responsable de la empresa les explicó que en caso de ataques debían disparar a matar y luego poner en el parte "sin novedad".
Una portavoz de la empresa aseguró que "no hay indicaciones a los vigilantes para que disparen a matar" y señaló que el protocolo es un manual confidencial que "tiene los visados de Defensa e Interior". Asimismo, Segur Ibérica asegura que no tienen constancia de ninguna incidencia entre unos vigilantes y un capitán de un atunero que les instó a matar a los piratas "sin contemplaciones", como ha denunciado a este diario un agente de seguridad.
El apartado del manual referido a los enfrentamientos indica que el uso de la fuerza "se limitará siempre al mínimo imprescindible para tratar de disuadir a los piratas y conseguir que abandonen su ataque". No obstante, señala a continuación que "el derecho de autodefensa o legítima defensa, según la legislación penal, no está limitado". Por ello, añade el protocolo, "en caso de que la disuasión no surta efecto se empleará la fuerza contra los agresores para evitar a toda costa que se produzca el abordaje y el secuestro".
El manual establece cuatro pasos en caso de que se detecten embarcaciones sospechosas que se aproximen. Así, la primera medida es dar un aviso por la emisora para que desistan de su actitud porque llevan un equipo armado a bordo.
Si el barco pirata continúa acercándose "se harán disparos de intimidación al aire" y "si todavía no desiste y sigue cerrando distancia o si se detecta personal armado a bordo, cuando llegue a la distancia eficaz de las ametralladoras, unos 1.000 metros (0,55 millas), se abrirá fuego por la proa de la embarcación, acercando la distancia del fuego, según se vaya acercando". El cuarto y último paso es la utilización de "toda la fuerza letal" para evitar el abordaje.
"Le dijimos al capitán que no somos asesinos"
Uno de los vigilantes que trabajó en uno de los atuneros, el malagueño José Sánchez, aseguró a este diario que tras embarcar los cuatro agentes en el Txori Toki "su capitán nos dijo que había que matar a los piratas sin contemplaciones, pero le dijimos que no somos asesinos". Este vigilante de seguridad, que fue despedido al regresar a España, explicó además que tuvo un incidente con este capitán porque sufrió graves quemaduras del sol en la cabeza tras perder su gorra y "no quiso desembarcarme a pesar de estar dos días sin conocimiento y diez días trabajando con 39,7 grados de fiebre".
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