domingo, 16 de octubre de 2011

Indignación en la Universidad Rey Juan Carlos de Fuenlabrada

Cuando los estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos fueron llegando a la puerta del campus de Fuenlabrada el pasado viernes 14 de octubre, se encontraron con seis agentes de la seguridad contratada por la propia Universidad impidiendo el paso. Las caras de asombro de los alumnos tenían su lógica: era la primera vez en el curso que se realizaba un control de acceso para entrar a la URJC, una Universidad pública. La indignación era patente.
Los guardias de seguridad pidieron a todos los que se dispusieron a entrar al recinto dos requisitos: mostrar el carné universitario y abrir las mochilas, bolsas y maletas para que los agentes pudiesen comprobar su contenido. La razón fue un supuesto botellón convocado mediante las distintas redes sociales.
La controversia vivida a las puertas del campus, ubicado junto a la salida de la estación de metro Hospital de Fuenlabrada,  se pudo observar en los rostros de la gente. Muchos se preguntaban por qué debían enseñar sus pertenencias a los agentes de seguridad y por qué no podían acceder a sus clases sin el carné que les acredita como universitarios, tal y como lo habían estado haciendo desde el primer día.
¿Tienen derecho los guardias de seguridad a registrar el contenido de las mochilas de los estudiantes? La respuesta es complicada. Los vigilantes de seguridad sólo pueden registrar si existe la sospecha de la perpetración de un delito, nunca de forma indiscriminada. Pero en el caso que nos ocupa no hay argumentos que apoyen de manera racional el control que sufrieron los alumnos de la URJC.

Hay antecedentes

Existen también otras dudas que, a priori, no tienen respuesta. Dos semanas antes de lo sucedido, se convocó en el interior del recinto una fiesta de bienvenida para todos los nuevos alumnos del campus. La dirección de la Universidad, al tanto del acontecimiento, contrató a varios vigilantes para bloquear la entrada a todo aquél que portase bebidas alcohólicas. Sin embargo, en aquella ocasión no se procedió al registro de mochilas, maletas o maleteros de los coches, como sí sucedió esta vez. ¿Por qué en uno no y en otro sí? Nadie ha obtenido respuesta.
Hace unos años, en 2006, ya tuvo lugar un hecho similar. Como recogieron algunos medios, se convocó un botellón en la Universidad de Fuenlabrada. La dirección de la misma, casualidad o no, suspendió ese día las clases alegando un aviso de bomba, motivo por el cual los agentes de seguridad registraron las mochilas y pertenencias de los alumnos para poder entrar al recinto. ¿De verdad alguien fue capaz de creerse que alguno de los estudiantes fuese a introducir un artefacto explosivo en sus mochilas? Nunca se comprobó que el aviso de bomba fuese real. Se rumorea que no fue más que una artimaña de la dirección para poder registrar a los que intentasen acceder al campus.

Malestar con la gestión del rector

La indignación de los alumnos con el Rectorado de la Universidad Rey Juan Carlos, a cuyo frente está Pedro González-Trevijano, es cada vez más patente. Sucesos como éste, junto al incumplimiento de leyes, según dicta el Auto del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ponen en entredicho la gestión del rector, que tendrá que abandonar su puesto. González-Trevijano ha sido el centro de las críticas en las manifestaciones estudiantiles que han tenido lugar en los últimos meses debido a los recortes en las distintas carreras que oferta la URJC.
Los alumnos de la Universidad esperan con ganas unas nuevas elecciones en las que podrán elegir un nuevo rector que sepa arreglar los desaguisados cometidos por la pésima gestión de Pedro González-Trevijano.

Internet se hace eco de lo ocurrido

En la mañana del viernes 13 comenzaron a aflorar diversos comentarios en Twitter en los que los estudiantes de la URJC mostraban su descontento con lo acaecido a las puertas del campus de Fuenlabrada. Algunos de los hashtags más utilizados son #URJC, #IndignaciónURJC y #URJCfacts, que recogen el malestar general entre la comunidad universitaria. También medios nacionales de información general se hicieron eco de la noticia.
Algunos profesores de la Facultad de Comunicación admitieron que no estaban de acuerdo con lo sucedido y reconocieron que no conocían la intención de la Universidad de realizar estos controles de acceso, situados en las dos puertas de entrada al campus. Incluso se dio el caso de que algunos profesores tuvieron que acudir a la entrada para que los vigilantes permitiesen la entrada de sus alumnos, algo impensable en un campus universitario.

Recogida de firmas

Varios alumnos de tercer curso de Grado en Periodismo, cuando pudieron por fin entrar al campus, acudieron rápidamente al edificio de Gestión y solicitaron un impreso para reclamar lo sucedido, ya que consideraron que se estaban vulnerando sus derechos. A los pocos minutos de redactar la solicitud, ya se habían completado varias hojas que recogieron las firmas de decenas de estudiantes que se habían visto afectados por lo sucedido. Y es que algunos ni siquiera pudieron entrar, puesto que muchos alumnos, nuevos este curso en la Universidad, no disponen aún del carné de estudiante, imprescindible para entrar al recinto según los guardias de seguridad. Otros, aunque finalmente sí pudieron entrar, acumularon un gran retraso en la asistencia a las clases.
Los vigilantes de seguridad advirtieron a algunos estudiantes de que a partir de ahora estos controles de acceso se llevarán a cabo de forma aleatoria a lo largo del curso. El tiempo dirá si se trata de simples controles rutinarios, inexistentes hasta la fecha salvo en los dos antecedentes comentados, o si se corresponden con la convocatoria de nuevas fiestas en el recinto de la Universidad. Lo que está claro, de una u otra forma, es que estos actos no tienen su razón lógica y que rozan la vulneración de unos derechos imprescindibles para cualquier ciudadano español hoy en día, como es la libertad de acceso a una Universidad pública o el derecho a la intimidad y a la dignidad personal.


 





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